La historia de Camila

Camila
El frío, la humedad de la calle y el calor que emana de su cuerpo durante la noche le permiten dibujar con sus dedos, cada mañana en la ventana de su habitación, corazones rotos.

No duerme más allá de las seis de la mañana. Soñadora, vulnerable e ingenua. Camila despierta todos los días con la amargura de haber perdido la virginidad la semana anterior.

Ahora se da cuenta de que no sabe por qué lo ha hecho. Fue así porque sí, sin darse cuenta. Cayó en la trampa del deseo, del remolino hormonal y la presión del grupo. Todas sus amigas ya lo habían hecho. Lo sucedido ni siquiera lo escribió en su diario.

Luego de ducharse se contempla en el espejo desnuda, mojada, extraña y con la mirada perdida en el vacío. Perdida en sus senos que florecen cada vez más a su tierna edad.

Camila a sus diecisiete años busca vivir más, busca a la niña que según ella perdió días atrás. Ella guarda un secreto que muy pronto no tendrá como ocultarlo.

Recuerda con triste nostalgia aquel sábado en que muy emocionada se despidió de sus padres y entró al taxi con destino a la casa de su mejor amiga, quien organizó una gran fiesta por su cumpleaños. La casa era inmensa, con orquesta en vivo, buffet, mayordomos y mucha gente.

Después de dar un paseo por toda la mansión ingresó al salón principal y vio al chico más lindo que sus ojos habían visto jamás, él precisamente caminaba hacía ella. Camila nunca antes supo de él. "¿Cómo te llamas?" él le preguntó. Ella ruborizada y con la mirada gacha respondió: "Camila". "Mucho gusto Camila, yo me llamo: Rodrigo". Aquella noche Camila ya se sintió enamorada.

A la salida de su instituto, el día lunes, Rodrigo la esperaba con una rosa azul en la mano, caminaron juntos las treinta cuadras hasta su casa, él cargaba los libros y el maletín de Camila. Al final, al llegar a la puerta de la casa se despidieron con un beso en la mejilla y él sin que ella se diera cuenta le dejó escondido una nota en la primera página de uno de sus libros, que decía: "Si la vida me diese un deseo, desearía conocerte de nuevo. Me gustas mucho. Rodrigo". Ella en la noche al leer la nota muy extrañada pero emocionada a la vez empezó a saltar de alegría en su habitación.

Al día siguiente también Rodrigo la esperaba. Pasaron todo el día juntos hasta la noche, como la tarde anterior Rodrigo acompañó a Camila a su casa y se despidieron con un beso en la mejilla. Así pasaron los días.

Por las mañanas cada vez que Camila despertaba inexplicablemente encontraba una "Rosa Azul" al pie de su cama. Ella la tomaba, la abrazaba y sonreía cerrando los ojos. Camila se sentía más enamorada que nunca. Hasta que llegó el fin de semana, estaba muy ansiosa porque iba a una fiesta con Rodrigo y presentía que algo importante pasaría aquella noche. Cuando todo terminó, Rodrigo y Camila fueron a caminar por la playa, se besaron en los labios por primera vez. Rodrigo propuso ir a dormir en un hotel, ella aceptó porque estaba perdidamente enamorada. Subieron a la habitación y Camila segura de su amor por Rodrigo se entregó a él, en cuerpo y alma. Aquella noche le regaló lo más importante en su vida "Su virginidad".

Al otro día Camila despertó y no encontró a Rodrigo, solamente había un cofre de plata con unas rosas azules talladas y una nota que decía: "La pase muy bien anoche, por favor abre este cofre cuando estés en tu casa. Rodrigo".

Cuando Camila llego a su casa, abrazó a sus padres y de inmediato fue a su habitación recordando el cofre de Rodrigo.

Cuando abrió el cofre una lágrima rodó sobre su mejilla. En el cofre había una "rosa negra" toda marchita; al lado de la flor había una nota que decía: "Bienvenida al mundo del SIDA”. No volvió a saber más de Rodrigo.

Camila abraza a su madre de la nada y en silencio. Al padre no lo puede mirar a los ojos como antes y él la mira con la misma infinita ternura de siempre, pero ella, en el rosado de sus mejillas esconde un secreto. Ahora Camila entiende que no se enamoró perdidamente de Rodrigo, sino, perdedoramente.